Al menos 85.000 mujeres y niñas fueron asesinadas intencionadamente en todo el mundo en 2023. La violencia contra las mujeres es una lacra tan extendida en todos los rincones del mundo que el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, no dudó en calificarla de epidemia. «Y la situación está empeorando», señala Guterres, que pide «medidas urgentes para lograr justicia y rendición de cuentas». Haciendo balance internacional es el informe de Unodc, la Oficina de Viena contra la Droga y el Delito, y la organización neoyorquina Un Women. El dato más atroz es que el lugar más peligroso para las mujeres es su propio hogar: el 60% de ellas son víctimas «de su cónyuge o de otros miembros de su familia». Cada día hay 140 víctimas, es decir, una cada 10 minutos, y es un fenómeno «que traspasa fronteras y afecta a todas las categorías sociales y a todos los grupos de edad», con el Caribe, América Central y África entre las regiones más afectadas, por delante de Asia. En las Américas y Europa «, señala el informe de la ONU, «»los feminicidios son perpetrados principalmente por la pareja, mientras que en el resto del mundo son los miembros de la familia los más frecuentemente implicados». La cuestión central a resolver sigue siendo la prevención. La mayoría de los asesinatos podrían evitarse si se reforzaran los mecanismos de protección. Todavía hay demasiadas denuncias e informes a los que no se da curso o, lo que es peor, demasiados países en los que no es posible acudir a organismos o instituciones que puedan proporcionar la protección adecuada. Según los datos disponibles en algunos países, entre ellos Francia, muchas víctimas denuncian haber sufrido violencia física, sexual o psicológica antes de morir. En las regiones donde se puede establecer una tendencia, la tasa de feminicidios se ha mantenido estable o ha disminuido muy poco desde 2010, lo que demuestra que esta forma de violencia «está arraigada en prácticas y normas» y es difícil de erradicar, señala la ONUDD, que analizó la situación en 107 países. El lema de este día internacional establecido en 1999 es «No hay excusas», recordó el presidente italiano, Sergio Mattarella, quien recordó la necesidad de acciones concretas a nivel legislativo y cultural para combatir los delitos violentos contra las mujeres. En su discurso, Mattarella recordó el Convenio de Estambul, ratificado por Italia en 2013, en el que se pide a las instituciones y a la sociedad civil que apoyen a las mujeres contra toda forma de abuso, que de hecho representa una grave violación de los derechos humanos. El propio Papa Francisco, dirigiéndose a la comunidad académica del Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y de la Familia, denunció cómo en muchos países las coacciones e imposiciones pesan especialmente sobre las mujeres, forzándolas a posiciones de subalternidad, sin respetar la dignidad y la libertad a la que todo ser humano tiene un derecho inalienable como hijo de Dios.
Stefano Leszczynski