«Estamos en el desierto, la policía nos capturó en el mar y nos envió al desierto, por favor, necesitamos ayuda». Es el grito de quienes luchan entre la vida y la muerte el que se escucha en un video, difundido en las redes sociales en las últimas horas. Quienes hablan son un grupo de migrantes provenientes del África subsahariana, que denuncian haber sido abandonados en el desierto de Túnez sin comida, sin agua, sin ninguna fuente de sustento. Cuatro de ellos son niños, ocho mujeres, tres de ellas embarazadas, y seis hombres, en total 18 personas. Según su testimonio, habrían sido capturados en las aguas tunecinas hace una semana y luego abandonados en el desierto. Posteriormente, regresaron a pie, con destino a Sfax, pero fueron interceptados nuevamente y luego deportados al lugar donde se encuentran actualmente. En el video difundido en internet se puede ver a un niño de apenas dos meses cubiertos con un gorro blanco, mientras los adultos presentes agitan los brazos y piden con urgencia ayuda inmediata. La misma dinámica habría involucrado a otras 7 personas, quienes lanzaron una solicitud de rescate, relatando que formaban parte de un grupo inicial de 71 personas, interceptadas en el mar y luego dispersadas en el desierto cerca de Gafsa, en la parte occidental de Túnez. Las organizaciones *Refugees in Libya* y *Mediterranea Saving Humans* han sido las encargadas de recoger y difundir el grito de auxilio de estos migrantes. «Ambos grupos provienen del África subsahariana y estaban atravesando el desierto y Túnez. Luego —explica a los medios vaticanos el padre Mattia Ferrari, capellán de Mediterranea Saving Humans— se embarcaron para llegar a Sicilia, luego a Italia y Europa. Pero mientras estaban en el mar, fueron capturados, interceptados por la Guardia Nacional Tunecina, y devueltos a la base de los acuerdos entre Europa y Túnez. Y solo que, como suele suceder, al mismo tiempo que los deportaban de vuelta a Túnez, los subieron a autobuses y los abandonaron en el desierto». Hombres, mujeres embarazadas, recién nacidos: sin ayuda alguna, en el abrasante desierto, corren el riesgo de sumarse a los miles de personas que ya han muerto por indiferencia en el mar Mediterráneo o a lo largo de las muchas rutas migratorias que recorren quienes solo buscan un futuro posible. Su situación, por tanto, es «una solicitud desesperada de ayuda, de rescate, un grito de fraternidad», sostiene el padre Mattia. «Hacemos un llamado —concluye— para que se reconozcan en su dignidad como personas, en su dignidad como hermanos y hermanas nuestros, de todos, y que su grito realmente pueda ser escuchado. Las autoridades y todos los que tengan la posibilidad de intervenir, que respondan a este grito, para poner a salvo a estas personas, para salvar sus vidas. Y luego, junto a ellas, encontrar la forma de dar cuerpo a la fraternidad».
Beatrice Guarrera