Al menos sesenta y ocho personas murieron y cuarenta y siete resultaron heridas en ataques aéreos estadounidenses lanzados al amanecer sobre Yemen. Los ataques también alcanzaron un centro de detención de migrantes en Saada, en el noroeste del país. Así lo informó la emisora Al Masirah, afiliada al grupo proiraní Houthi, citando fuentes médicas que dijeron que las bombas provocaron grandes incendios en la zona del centro. Según la misma cadena, el edificio albergaba a un centenar de inmigrantes africanos, en su mayoría etíopes, pero también procedentes de otros países y regiones, que cruzan ilegalmente el país para buscar trabajo en la vecina Arabia Saudí. Al Masirah precisó también que Estados Unidos había atacado anteriormente el distrito de Kitaf, en la gobernación de Saada, con otras redadas. La cúpula militar de Washington aún no se ha pronunciado sobre el suceso. En un comunicado emitido antes de que se difundiera la noticia del ataque, el Mando Central del Ejército estadounidense (Centcom) defendió su política de no proporcionar detalles concretos sobre su amplia campaña de ataques aéreos. Lo que sí se ha dado a conocer es que las fuerzas estadounidenses han atacado más de ochocientos objetivos Houthi desde el 15 de marzo, día en que se lanzó la Operación Rough Rider, subrayando que, «contra la organización terrorista en Yemen», se ha lanzado una «campaña intensa y sostenida para restaurar la libertad de navegación y la disuasión estadounidense», y que el uso de inteligencia debe «minimizar los riesgos para los civiles». Las tensiones continúan, por tanto, en todo Oriente Próximo, no sólo en la Franja de Gaza. Donde, sin embargo, esta misma mañana un bombardeo israelí ha matado a otras diecisiete personas, entre Beit Lahia y la ciudad de Gaza, mientras que ayer hubo al menos cincuenta y tres muertos – entre ellos mujeres y niños – en ataques en todo el enclave, lo que eleva el número de víctimas a más de cincuenta y dos mil desde el comienzo del conflicto, hace dieciocho meses. Así lo informan fuentes sanitarias palestinas. De hecho, desde la ruptura de la tregua, el 17 de marzo, «se ha desatado un nuevo infierno, y Gaza sufre y soporta ahora muertes, heridos, desplazamientos múltiples, amputaciones, separaciones, desapariciones, hambre y denegación de ayuda y dignidad a escala masiva», denunció el director general del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Pierre Krähenbühl. Y precisamente sobre la cuestión de la ayuda, la Corte Internacional de Justicia ha abierto esta mañana una semana de audiencias para llegar a una opinión consultiva para la Asamblea General de la ONU sobre las obligaciones humanitarias de Israel hacia los palestinos. El Tribunal fue activado por Naciones Unidas mediante una resolución ya en diciembre del 2024, pero el 2 de marzo, Israel, que controla la entrada de suministros en la Franja, impuso un bloqueo total a la ayuda que entra en Gaza para apoyar a la población, reducida ahora al borde del abismo. La situación sigue siendo crítica en Cisjordania, donde ayer también se registraron decenas de detenciones por parte de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF). Mientras tanto, por primera vez en la historia, se ha nombrado en Ramala a un vicepresidente de la Autoridad Palestina. Se trata de Hussein al Sheij, un veterano del movimiento Fath, que asistirá a Mahmud Abbas. La decisión se produce cuando las potencias árabes y occidentales empiezan a prever un papel más importante para la Autoridad en la gestión de Gaza tras el conflicto.
Roberto Paglialonga