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El Papa recuerda a los coptos degollados en Libia: hay alegría incluso en el martirio


En la Misa de Santa Marta, Francisco habló sobre la «consolación» que Dios muestra «incluso en los momentos feos»; pero nosotros estamos apegados a un «pesimismo espiritual» y la rechazamos

Durante la homilía de la misa en la capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco comenzó su reflexión a partir de la tremenda escena de los veintiún coptos degollados en una playa de Libia por milicianos del llamado Estado Islámico. Francisco recordó ese dramático momento, uno de los peores de la propaganda del terror yihadista, para indicar que incluso en los momentos más feos existe una «consolación» que es un Don de Dios y que es «el estado habitual del cristiano». Es una certeza, afirmó el Pontífice en su homilía de hoy, 11 de diciembre de 2018, antigua como las primeras persecuciones de los mártires del Coliseo que entraban «cantando» a la arena en la que habrían perdido la vida. Según el Vatican, Francisco dijo que también «los mártires de hoy – pienso en los buenos trabajadores coptos en las playas de Libia, degollados – morían diciendo “¡Jesús, Jesús!”: Hay un consuelo dentro; también una alegría en el momento del martirio. El estado habitual del cristiano debe ser el consuelo, que no es el optimismo, no: el optimismo es otra cosa. Pero el consuelo, esa base positiva… Se habla de personas luminosas, positivas: la positividad, la luminosidad del cristiano es el consuelo». Este consuelo, explicó, proviene de la ternura de Dios, parecida a la de las mamás que acarician a los niños cuando lloran. El profeta Isaías, en el pasaje propuesto por la liturgia del día, afirma que «como un pastor Él apacienta a la grey y con su brazo la reúne. Lleva a los corderitos sobre su pecho y conduce dulcemente a las ovejas madres». «Esta es la manera de consolar del Señor: con la ternura», insistió el Papa Bergoglio: «la ternura consuela. Las mamás, cuando el niño llora, lo acarician y lo tranquilizan con la ternura: una palabra que el mundo de hoy, de hecho, borra del diccionario. Ternura». Sin embargo, este concepto parece haber sido borrado del diccionario moderno. El de la ternura, observó Francisco, es «un lenguaje que no conocen los profetas de desventura: la ternura. Es una palabra borrada de todos los vicios que nos alejan del Señor: vicios clericales, vicios de los cristianos un poco que no quieren moverse, tibios… La ternura causa temor». Y también nosotros los cristianos, anotó el Papa, estamos un poco «apegados a este pesimismo espiritual». El motivo es que nos da miedo «arriesgar», nos dan miedo las derrotas, por lo que a menudo «oponemos resistencia al consuelo» como si «estuviéramos más seguros en las aguas turbulentas de los problemas». A menudo apostamos por «la desolación, por los problemas, por la derrota», mientras el Señor trabaja con tanta fuerza pero encuentra resistencia. «Nosotros estamos apegados a este pesimismo espiritual», dijo el Papa. Y después fue con su pensamiento a cuando en las audiencias públicas algunos padres les acercan a sus niños para que los bendiga y «algunos niños – dijo Francisco – me ven y gritan, comienzan a llorar», porque viéndolo vestido de blanco, piensan en el médico o en la enfermera, que les ha dado las vacunas y piensan: «¡No, otra no!». También nosotros somos un poco así, pero el Señor dice: «Consuelen, consuelen a mi pueblo». «Que también yo me prepare a la Navidad —concluyó Francisco—al menos con la paz: la paz del corazón, la paz de Tu presencia, la paz que dan Tus caricias. “Pero soy tan pecador…” – sí, ¿pero ¿qué nos dice el Evangelio hoy? Que el Señor que consuela como el pastor, si pierde a uno de los suyos va a buscarlo, como aquel hombre que tiene cien ovejas y una de ellas se ha perdido: va a buscarla. Así hace el Señor con cada uno de nosotros. Yo no quiero la paz, yo me resisto a la paz, yo me resisto al consuelo… pero él está en la puerta. Él llama para que nosotros abramos el corazón para dejarnos consolar y para estar en paz. Y lo hace con suavidad: llama con las caricias».

Salvatore Cernuzio

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