Durante la Audiencia el Papa dio inicio a un nuevo ciclo de catequesis dedicado al “Padre Nuestro”: Cristo buscaba lugares «separados del ruido del mundo» y nos introduce «en esta relación con el Padre»
«Es un peligro de los líderes, apegarse demasiado a la gente y no tomar distancias»: lo dijo el Papa Francisco que dio inicio a un nuevo ciclo de catequesis dedicado al “Padre Nuestro” durante la Audiencia general, en la que subrayó que, a pesar de ser aclamado por las multitudes, Jesús, al contrario, no estaba interesado en el «éxito plebiscitario», por lo que «rezaba con intensidad en los momentos públicos, compartiendo la liturgia de su pueblo», pero también «buscaba lugares recogidos, separados del ruido del mundo, lugares que permitieran descender al secreto de su alma», en una «intimidad con el Padre» de la que no era «celoso» y, por lo tanto, se convirtió de esta manera en «maestro de oración de sus discípulos, como seguramente quiere serlo para todos nosotros». A pesar de la urgencia de su misión y de la insistencia «de tanta gente que lo reclama, Jesús siente la necesidad de apartarse en la soledad y de rezar», dijo Jorge Mario Bergoglio en el Aula Pablo VI. El Evangelio de Marcos, recordó el Pontífice introduciendo su nuevo ciclo de catequesis, después del que concluyó en las últimas semanas sobre los Diez Mandamientos, narra que la entrada de Jesús en Cafarnaúm «concluyó de manera triunfal»: el Mesías «predica y cura» y se «cumplen las antiguas profecías y las expectativas de tanta gente que sufre», que compone una multitud «todavía pequeña, en comparación con las tantas otras multitudes que se reunirán alrededor del profeta de Nazaret: en ciertos momentos se trata de asambleas oceánicas, y Jesús está en el centro de todo, el esperado por las gentes, el resultado de la esperanza de Israel». Sin embargo, aclaró el Papa, él se desvincula; no acaba convirtiéndose en «rehén» de las expectativas de los que lo han elegido como líder. Desde la primera noche en Cafarnaúm demuestra que es un Mesías original. Es un peligro de los líderes —subrayó Francisco— apegarse demasiado a la gente y no tomar distancias. En la última parte de la noche, cuando ya se anuncia el alba, los discípulos lo siguen buscando, pero no logran encontrarlo. Hasta que Pedro lo encuentra finalmente en un lugar aislado, completamente absorto en la oración. Le dice: “¡Todos te están buscando!”. La exclamación —notó el Papa— parece ser la cláusula de un éxito plebiscitario, la prueba del buen éxito de una misión. Pero Jesús dice a los suyos que tiene que ir a otra parte», que «no debe echar raíces, sino permanecer constantemente peregrino por las calles de Galilea y también peregrino hacia el Padre, es decir rezando. En camino de oración: Jesús reza». En efecto, más adelante en su catequesis Francisco observó que en algunas páginas de la Escritura «parece que es ante todo la oración de Jesús, su intimidad con el Padre, la que lo gobierna todo»: «Para él, la oración era entrar en la intimidad con el Padre, que lo sostenía en su misión, como sucedió en Getsemaní, donde recibió la fuerza para emprender el camino de la cruz. Toda su vida estaba marcada por la oración, tanto privada como litúrgica de su pueblo. Esa actitud se ve también en sus últimas palabras en la cruz, que eran frases tomadas de los salmos». Los discípulos, añadió Francisco, «veían a Jesús rezar y tenían ganas de aprender cómo se hacía esto»: «Jesús rezaba como cualquier hombre, pero su modo de hacerlo estaba envuelto en el misterio. Esto impactó a sus discípulos y por eso le pidieron: ‘Señor, enséñanos a rezar’. Jesús se convirtió así en maestro de oración para ellos, como quiere serlo también para nosotros». El Papa recordó que también las últimas palabras de Jesús, antes de expirar en la cruz, fueron palabras de los salmos, de la oración de los judíos, y afirmó con entusiasmo: «Jesús rezaba con las oraciones que la mamá le había enseñado». Poniendo como ejemplo la Parábola del publicano y el fariseo, el Santo Padre puso en guardia sobre las oraciones «inoportunas», que no son recibidas por Dios. Y recordó las palabras del Maestro: «porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado». De este modo señaló que «el primer paso para rezar es ser humildes», porque «la oración humilde es escuchada por el Señor». Y concluyó exhortando: «lo más bello y más justo que todos podamos hacer es repetir la invocación de los discípulos: “¡Maestro, enséñanos a rezar!”. Será bello, en este tiempo de Adviento, repetirlo: “Señor, enséñame a rezar”». En la conclusión de la catequesis, el Santo Padre saludó en modo particular a los redactores de la Sección Polaca de la Radio Vaticana, que en estos días festeja el 80 aniversario de su fundación: «Les agradezco por su servicio al Papa y a la Iglesia», dijo. Al saludar a los fieles de lengua española, les animó a «pedir a Dios como hicieron los discípulos: “Señor, enséñanos a rezar”, para que nuestra oración no sea ni rutinaria ni egoísta, sino encarnada en nuestra vida y que sea agradable a nuestro Padre del cielo».
Jacopo Scaramuzzi